— Itinerario personal —

Quien soy yo 

-Amarse a sí mismo-

Nos han condicionado a creer que el amor proviene de afuera, y que depende de nuestras relaciones. Pero la verdad es que el Amor es nuestro estado natural, es nuestra condición intrínseca.

Con un lenguaje ameno y ágil, en este libro exploraremos el Amor hacia uno mismo en todos los niveles: físico, mental, emocional y espiritual.

A través de sugerencias, ejercicios y relatos, descubriremos cómo aceptarnos incondicionalmente, expresar adecuadamente todas las emociones, liberarnos de un modo sano de las relaciones pasadas, desarrollar la intuición y la creatividad, y conectar con nuestra sabiduría interior, entre otras cosas.

Una guía básica para establecer relaciones armoniosas y una vida plena. Esto es lo que encontraremos en el libro "El amor de tu vida"  de Enriqueta Olivari - Shantidasi


Mi familia

Pinceladas sobre mi vida


Corría el año 1963, un 31 de Agosto, que creo que era Sábado. Un día para el recuerdo, porque en la famlia compuesta por unos padres  y tres hermanos, llegaba a la existencia un chico. Mi nombre: Octaviano.

Este niño fue creciendo en medio de todo tipo de cariño y de afecto. Nuestra familia que yo recuerde era una familia corriente de un pueblo sencillo, pequeño, pero para nosotros el más importante de todo el municipio. 

El pueblo tenía una Iglesia, tenía tambien una escuela y tenía , como no , dos bares. El bar de Metodio y el bar de arriba. Todo el mundo frecuentaba ambos.

Mi padre pasaba mucho tiempo fuera de casa. Era viajante. Se dedicaba a conseguir clientes a los que vendía televisores, máquinas de ordeñar, motores de regar, riegos por aspersión, maquinaria agrícola, hasta cosechadoras. Tambien se metió en la venta de tractores y de maquinaria más pesada, pero no fue un gran vendedor. Pronto cambió su oficio por la agricultura. Ahí radicó una vida entregada a las "tierras como decían ellos". Le encantó el trabajo en el campo, Se llenó de vacas y de cerdos. Y lo que más le gustaba era trabajar en la huerta primero la huerta de su padre que puso como un vergel, sembró remolacha, alfalfa, arboles frutales, etc; posteriormente creó su propia huerta en el pueblo. En lo que llamábamos la "otra casa". Era la otra casa, porque la verdad pasábamos más tiempo allí que en la misma casa.

Mi madre se dedicó todo el tiempo al hogar. Digo todo el tiempo, porque compaginaba las tareas normales del hogar , con el acompañamiento a mi padre en las tareas del campo tanto en la atención al ganado como en la atención a las tierras. Mi madre no estaba muy contenta con las tierras , porque decía que para el trabajo que daban no se sacaba nada. Y era verdad. 

El modo de vida suyo fue el ahorro. Gastar lo justo y ahorrar mucho. Trabajar como descosidos y además levantar un hogar en el que nos criamos y nos educamos. 

Fue una etapa la niñez en  mi vida llena de satisfacciones. No les dábamos ningun disgusto y además nos queríamos y nos respetabamos. 

Mi madre como todas las madres era muy hacendosa. Como la mujer de la Biblia. Siempre preocupada de sus hijos, para que no les faltara nada. Pero ella también se preocupó de nosotros en el plano espiritual porque es también sabido que la mujer castellana es muy religiosa. Mi madre lo era. Pertenecía a las Hijas de María, al grupo de "María de los Sagrarios". Gran devota del Sagrado Corazón y cómo no, muy devota de la Virgen. Nos enseñó más catecismo ella que el que pudimos aprender tanto en la escuela como en la Iglesia. Además nos demostró los valores religiosos y espirituales porque sin decir nada, vivía a fondo su fe. Una fe inquebrantable aunque la vida le cambió en un momento. De esto hablaré en otra ocasion. 


Niñez y adolescencia

Algunas pinceladas de esta etapa de la vida de uno.

Si dijera  que mi familia era muy feliz, no miento. Como todas las familias, los padres quieren que sus hijos sean algo el día de mañana. A mi me internaron a la edad de 12 años en un colegio. Mi padre tenía un hermano sacerdote. Mi tio era misionero, oblato de María Inmaculada. Por ello, el colegio que eligió para mi formación fue el colegio Seminario menor que tenia la congregación en Valladolid.

Quien mas se alegró de mi ingreso en el colegio , a parte de mi madre fueron mis abuelos. Mi abuelo, el padre de mi padre, tambien había experimentado lo que significaba tener un religioso en la familia: una hermana suya y una sobrina eran religiosas contemplativas, de la congregacion de las Madres Capuchinas en Cáceres, en Plasencia. Familia religiosa que no cabe duda influyó en lo que significaría para mí ser religioso. Obviamente todo esto fue gestandose poco a poco y lo hiré comentando más adelante. Si has llegado hasta aquí puedes ir comprendiendo porqué mi amor por la vida religiosa, por la vida sacerdotal y por la vida misionera. 

La vida de niño y adolescenta puedo decir que fue maravillosa. Hubo un acontecimiento que marcó mi vida: la primera comunion. Pero sobre todo marcó mi vida el sacerdote que fue mi amigo, el P. José. Don José murió en accidente de tráfico. Conservo un bonito recuerdo de el, así como de mi maestro. Aunque de mi amigo don Jose´ el que me dio la comunion creo que no se me borrará nunca de la memoria sus modales, su sencillez y su cariño por su profesion. Su entrega  y generosidad y no se me olvidará lo mucho que le quería la gente de mi pueblo que dicho sea de paso es muy religiosa pero a su medida. Además cuando un cura les cae bien lo tienen en palmitas , pero "pobre del cura" que les caiga digamos - menos bien. 

Los años de escuela.

Pocos años la verdad, en el pueblo. El mayor tiempo escolar lo vivo en un seminario menor. O lo que otros países llaman escuela apostólica.

Alli comprendí muchas cosas. Mi primeros amigos, mis primeros "compinches", que nada tenían que ver con los que había dejado en el pueblo porque les traté poco tiempo. Y solo volvía a verlos en vacaciones. Los verdaderos amigos, que te marcan para siempre fueron mis profesores. Tanto la maestra, como los maestros que tuve marcaron mi personalidad. Pero sobre todo los profesores del juniorado, es decir los padres del seminario.

Fue a los 12 años cuando me fui al seminario menor. Entonces corría el año 1974. Ya habrás comprobado mi edad. Soy por tanto un oblato de menos edad de la provincia.  Pero también tengo que decir que cuando me fui al seminario no pensaba ser oblato. Eso fue poco a poco madurando. Siempre en oración y en discernimiento. Tambien con el director espiritual que en aquel tiempo marcaba muy a fondo la personalidad de uno. 

Para mi fue muy significativo contar con el cariño de los profesores y tambien de los compañeros. No fui nunca excluido lo tengo que decir con orgullo. En ningun momento me arrepentí de haber entrado en el seminario por otro lado. Mi primer cometido fue ser sacristan y cómo no cantor. Me entusiasmaba tanto la liturgia como la literatura y la legua. Siempre tuve buenas notas y esto era un orgullo tambien para mis padres, especialmente para mi madre que se sentía encantada de que yo estuviera feliz.  Y feliz lo eramos todos los compañeros. Recuerdo momentos inolvidables, recuerdo momentos llenos de mucha profundidad y todo ello me hizo ser una persona seria, aunque en el fondo sentía unas ganas locas por ser como los misioneros que nos visitaban. Menudas aventuras nos contaban. Se nos hacía conocer la vida de los misioneros , la vida del fundador, la vida de los apostoles de los hielos polares, Inuk era mi libro preferido donde se contaba historias heroicas de seres como nosotros ,pero hechos de otra pasta. Tambien me llamaba la atención, siempre me llamó la atención la vida de oración, la vida sacramental, las grandes celebraciones de la Inmaculada, el día del fundador, etc. Eran fechas imborrables de la memoria.

POR TANTO: 

El juniorado para mí fue un periodo de mucha paz, de mucha alegría, de muchos sueños e ideales. Soñábamos con ser igual que aquellos misioneros que nos visitaban y nos contaban historias maravillosas. Propias de héroes similares a los TBOs que leíamos como el Capitán Trueno, o personajes de ficción que hacían nuestras delicias..

Crecimos tambien a la sombra de la TV, los grandes seriales, las aventuras de Curro Jimenez, las aventuras y desventuras de la telenovela "Simplemente María". Tdoo ello fue para nosotros muy pero que muy enriquecedor. No se me olvidarán las emocionantes experiencias tambien experimentadas por la lectura de los primeros libros que marcaron mi adolescencia: el más querido Marcelino Pan y Vino. 


Lo que nos inculcaron en los años de estudios fue lo importante de la diisciplina, el trabajo, el sentido de la responsabilidad, el sentido del deber y sobre todo, nos enseñaban a ser buenas personas, aceptar los modos de pensar de los demás en el fondo, nos inculcaban  valores humanos, cristianos y tambien religiosos. El respeto a la autoridad, el compañerismo, en todo momento nos inculcaban lo que serían las bases de un futuro misionero (porque el juniorado se concebía como semillero de futuros misioneros ) ,  pero sobre todo, las bases de lo que en germen sería ser una persona responsable, confiable, y sobre todo una persona libre.  No en vano a estos lugares se les llamaba semilleros de futuras vocaciones. No solo para la vida sacerdotal o religiosa; también era un semillero para la formación de futuros hogares cristianos, y la formación de futuros ciudadanos.

No me cansaré nunca de agradecer la formación que recibí en el Juniorado. De lo que me arrepiento es de no haber aprovechado más el tiempo para haberme formado mejor, para haber profundizado en otro idioma hoy que tan de moda está el saber varios idiomas. Tiempo hubieramos tenido y habría hecho de nosotros personas muy preparadas. En fín, para mi fue una formacion ,la recibida que nada tiene que ver con lo que se ha dado en llamar  la Mala educación. Para mi es injusto criticar la educación que daban los religiosos en la década de los setenta. 



La decada de los ochenta

Un nuevo camino, una vocación, una nueva aventura

Corria el año 1981. Despues de haber realizado el ultimo año de bachillerado, el COU y además durante la noche, compartiendo con personas más adultas que yo y con una vida practicamente encarrilada en una profesión o en la consecución de unos logros,

me veo a mi mismo con menos de 18 años, encaminado en tomar una decisión que marcará toda mi vida. 

Realizo el Noviciado en la congregación a la que pertenezco.


Noviciado

Un año muy importante en mi formación

El noviciado es un año en el que el candidato a la vida religiosa inicia un compromiso publico en la Congregación. Los novicios se aplican a captar el sentido de la vida consagrada. Así pueden discernir más claramente el llamamiento del Señor y disponerse, en clima de oración a responder al mismo.

El novicio se ejercitará en un estilo de vida sencillo, que le haga sensible a las necesidades de la gente , especialmente de los pobres.

— Mi experiencia—

Fue la experiencia más enriquecedora de comunidad que he vivido. Realicé el mismo acompañado por dos oblatos que para mí significaron a partir de este momento mucho en mi vida: el p. Acacio y el p. Ramón, maestro y ayudante respectivamente.

Mis comañeros , Chicho, Miguel Angel y Cerro. El primero oblato en la actualidad y los dos últimos sacerdotes diocesanos en sus respectivas diócesis de origen.

El Don de Dios para con nosotros

Proverbios 2,1-10

"Hijo mío, si das acogida a mis palabras , y guardas en tu memoria mis mandatos, prestando oido a mi sabiduria, inclinando tu corazón a la prudencia, si invocas a la inteligencia y llamas a voces a la prudencia; si la buscas como plata y como un tesoro la rebuscas, entonces entenderás el temor del Señor y encontrarás la ciencia de Dios. Por el Señor es el que da la sabiduría, de su boca nacen la ciencia, y la prudencia.

Fue un año en el que te acostumbras a escuchar la palabra de Dios, a encontrarte con El en la Eucaristía diaria y a reconocerlo en los hombres y en los acontecimientos.

La experiencia vivida en la comunidad de Málaga en un mes de apostolado propio del noviciado me llamó poderosamente la atención. Fue mi contacto con la prudencia, la sabiduría y la reflexión. La oración y la meditación ocuparon 

 

Misioneros oblatos de M.I. Diego de León, 36 Bis
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